viernes, 19 de agosto de 2011

Integración regional


La ex candidata de Solidaridad Nacional para el Parlamento Andino (PA), Angela Castillo, hizo de la integración regional, mediante una propuesta de unión monetaria en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), su promesa de campaña. De cara a esto, este artículo pregunta: ¿sería este tipo de integración, en concreto mediante una moneda única en el área CAN, beneficiosa para el Perú?

Para Castillo la respuesta es sí. Hagamos un esfuerzo de imaginar que el rol del PA incluye tomar decisiones como esta y que los gobiernos de los Estados miembros de esta organización internacional tuvieran el interés en lograr una moneda común. En una entrevista en Canal N, Castillo argumentó que una moneda común generaría “mayor inversión” y “más puestos de trabajo”. Pero en cualquier proyecto como este es útil pensar como economista y comparar los beneficios con los costos. Sin esto no se puede tener una visión completa de lo que un proyecto representa.

Los principales beneficios de una moneda única son inversión, comercio y turismo a menores precios, lo cual impulsaría el crecimiento de estás 3 áreas, que a su vez significaría la creación de más puestos de trabajo. Pero estos puestos representarían un porcentaje relativo al tamaño que la inversión, comercio y turismo representen en nuestra economía. En el caso de la CAN, este porcentaje es bastante pequeño.

Según las cifras de ProInversión, la inversión extranjera en el Perú para el 2010 según País de Origen es solo de 1.84% en el caso de Colombia y de porcentajes aún menores en el caso de Ecuador y Bolivia[1]. De igual manera, los países CAN no representan un gran porcentaje en el comercio peruano. Las cifras del MINCETUR muestran que de un total de US$ 64,970 millones que exportó e importó el Perú en el 2010, el comercio entre Perú y Bolivia, por ejemplo, fue solo de US$ 690 millones[2]. Es decir, menos del 1.5%. En cuanto a turismo, sería necesario tener estudios específicos de turismo en la CAN, aunque a simple vista una moneda única simplificaría y abarataría el turismo considerablemente. En resumen, los beneficios de una moneda única en la CAN serían limitados en inversión, comercio y creación de empleo, y potencialmente mayores en turismo. Los beneficios de una moneda única se maximizan mientras los países más negocian entre sí y se minimizan mientras menos lo hacen. El caso de la CAN es el segundo.

Una vez analizados los beneficios, debemos considerar los costos y riesgos de una unión monetaria. Sobre todo, es importante tomar en cuenta otras experiencias de unión monetaria, como el Euro.

Castillo no especificó hasta que punto deseaba llevar la integración CAN. Pero la crisis del euro ha demostrado los problemas que puede significar una unión monetaria sin una unión fiscal. En el caso de países que tienen serios problemas para recolectar impuestos, como en la CAN, este problema no debe ser pasado por alto. Además hay que considerar los grandes costos de implementación y coordinación de una moneda única. Existe también el costo de una menor flexibilidad económica. Un país que renuncia a su propia moneda renuncia también a poder ajustar su economía fácilmente. Por ejemplo, en España y Grecia hoy, debido al déficit fiscal y el tamaño de sus deudas, son necesarias reducciones en los sueldos y precios. La solución más simple sería devaluar la moneda nacional y así disminuir los ingresos y deudas de todos en conjunto, pero esto no es posible debido a la moneda común. Otros países que usan el Euro tendrían que aceptar una medida así, lo cual es casi imposible suceda pues los afectaría negativamente.

Además, en medio de tantos argumentos económicos, no hay que olvidarse del lado político. La CAN no es un bastión de solidez y convergencia política. Chile se retiro en 1976 y Venezuela hizo lo mismo en el 2006. La organización, por un tiempo, no estuvo lejos de desintegrarse, pues Bolivia parecía seguirle los pasos a Venezuela, mientras Ecuador y Colombia pasában tensos momentos por asuntos de seguridad.

Comparando los beneficios y costos que una unión monetaria representa podemos ver que no es el momento para tal empresa. Los beneficios son pocos, la experiencia internacional apunta en contra y sería poco sensato, además de altamente improbable, aventurarse a una unión monetaria en una organización que todavía debe consolidarse –o incluso reinventarse.

Integración sí, pero debemos trabajar en lo concreto, con argumentos. Basta ya de idealizar proyectos grandiosos de integración regional. El Perú debe buscar integración con países parecidos, que buscan lo que buscamos nosotros. El gobierno del ex Presidente Alan García acertó, hay que reconocerlo, al reunir un grupo de países que mira hacia el pacífico geográficamente y al mundo entero comercialmente. Chile, Colombia, México y Perú forman, mediante un acuerdo firmado este año en Lima, la  'Alianza del Pacífico'. Este grupo está conformado por países que han recorrido caminos parecidos en liberalización de comercio e integración al mundo. Integración con un grupo así permitirá compartir experiencias y apoyarnos mutuamente en este interés común. 

Integración inteligente sí. Integración con quien debemos y mediante los proyectos adecuados, correctamente considerados y planeados.

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